El “Plan para la Restauración y Conservación de las cuencas de la sierra de Santa Marta” surge de la necesidad de proporcionar un orden a las acciones de restauración y conservación realizadas por las comunidades campesinas de la sierra para valorar adecuadamente y recuperar un recurso natural que se encuentra en su territorio: el agua. Teniendo como base el diagnostico ripario de la cuenca del arroyo Texizapa-Huazuntlán, las propuestas derivadas de ése ejercicio se han extendido hacia otras cuencas de la sierra ajustándose y ampliándose.
Las comunidades participantes han desarrollado acciones concretas para mejorar ecosistemas y formas de acceso al agua. Si bien diversas normas oficiales y académicas definen la necesidad de un Plan de Manejo o un Ordenamiento territorial, los cambios en las formas de tenencia de la tierra y de acceso a los recursos materiales obligan a buscar otras perspectivas para tomar acuerdos para la restauración/conservación. Aunque el modelo incorpora diversas actividades, se construye sobre la línea de acción trazada por las propias comunidades que es la recuperación de la vegetación ribereña y de los manantiales o nacimientos de agua. Aunque estos espacios tienen propietario, el deterioro del flujo de agua que atraviesa todas las parcelas facilita la toma de acuerdos entre los productores que enfrentan problemas comunes por la deforestación (pérdida de nacimientos y arroyos, calentamiento del agua de arroyos).
Además se consideró el común interés del agua con las ciudades y la posibilidad de cooperación para la conservación y la restauración. Los campesinos participantes también han estado conscientes de la complicada relación con las ciudades a partir de la tensión con Tatahuicapan y la presa “Yuribia”. Esta circunstancia histórica y la percepción de no haber recibido nada de esas movilizaciones a pesar de que sus territorios abastecen a la presa, los llevó a buscar un camino propio de contacto y gestión.