Epoca Colonial, Independencia y Porfiriato

En la primera distribución de encomiendas Hernán Cortes se adjudicó una gran extensión territorial en la costa del Golfo de México, la cual incluía Cotlaxtla, Toztla y la cuenca del rio Alvarado hasta Chinantla generando el marquesado que se conocería como Tuxtla y Cotaxtla.( Guevara 2010: 116).

En la antigua Toztla se fundó (en 1525) el pueblo de Santiago de Tuxtla, posteriormente por sugerencia de Diego de Ordaz se elige este pueblo para establecer la primera hacienda azucarera de la Nueva España, por lo que en 1534 comenzó a funcionar el  primer ingenio de la América continental. Posteriormente numerosa población africana fue traída para encargarse de las labores de producción. A la par de estos cambios, se produce la introducción y expansión ganadera.

La zona de los Tuxtlas fue también una zona fuertemente sometida a la presión de la piratería costera durante las tempranas épocas coloniales lo que, junto con los malos tratos de los encomenderos habría generado la migración de los pobladores popolucas y nahuas hacia las partes altas de la sierra conformando lo que Aguirre Beltrán denominó “Regiones de Refugio “ (Aguirre Beltrán, 1991). Este reacomodo mantuvo a estos grupos popolucas y nahuas en un relativo aislamiento y fuera de los circuitos de mercado de la época colonial, lo que habría permitido el mantenimiento de algunas de sus prácticas sociales y productivas.

El señorío de Guazacualco (Coatzacoalcos) y un ejemplo de las serranías: los avatares de Xoteapan.

En el postclásico, antes de la conquista, el cacicazgo de Guazacualco (Hoy Coatzacoalcos) era una de las provincias ricas (Blanco 2006) que no se había dejado someter a la triple alianza. En la época de llegada de los españoles, Coatzacoalcos se hallaba fragmentado en una serie de señoríos independientes predominando grupos de popolucas y de nahuas.

 Uno de dichos señoríos era el que lleva su nombre y debía su importancia a su naturaleza de paso principal en el Golfo hacia la Península de Yucatán. En 1580 la zona se hallaba desolada por los malos tratos de los encomenderos y las epidemias de viruela y sarampión. En este periodo la población bajó de 50.000 habitantes en 1520 a menos de 3.000. Prácticamente todas las poblaciones desaparecieron excepto, Xoteapan, que logró sobrevivir y, a partir del resurgimiento de la milpa, comenzó nuevamente a recomponerse y pagar tributos. (Blanco 2006). A inicios del siglo XVII, la corona reconoció la república de indios, y del territorio recibieron títulos primordiales del Marqués de Guadalcázar en 1619. (García de León, 2011). Un detalle que aporta García de León quien menciona que: ¨Las etnias sobrevivientes que mantuvieron toda su fuerza cultural hasta principios del siglo XX, se delimitaron claramente desde entonces. Desde el siglo XVIII su pertenencia étnica no dependió más de la lengua hablada sino de la adscripción comunitaria, al mismo tiempo que se daba una lenta extinción de algunas variantes del nahua y los diversos popolucas¨ (García de León 2011: 423) 

Chevalier y Buckles (1995) sostienen que para el período colonial hubo escasa presión directa sobre las tierras de los pueblos de la Sierra de Santa Marta, aunque nunca dejaron de ser vistas con profundo interés por los ganaderos. A partir de 1750 la ganadería se convertiría en el oficio privilegiado de los españoles en la región. Alcántara menciona que se otorgaron numerosas mercedes a los pueblos entre Solquautla y Acayucan, también en los márgenes del Río Coatzacoalcos y Minchapan. Soteapan tuvo con el tiempo muchos problemas de linderos con las haciendas ganaderas, principalmente con la hacienda de Cuatotolapan..

El antropólogo Delgado ha documentado extensamente las numerosas rebeliones indígenas por diversos abusos e intrusiones en sus tierras (Delgado: 1989: 22.23). También otros autores indican posteriores brotes de violencia (Reina: 1980: 356, 359). El descontento se tradujo en sublevaciones con gran número de participantes, en 1884, 1887, 1888, 1894. Durante el porfiriato, la valoración de las tierras del Istmo por la introducción del proyecto del ferrocarril las ubicó en interés de los círculos cercanos a Díaz. En estas fechas también se instrumentó la ley de terrenos baldíos expedida en 1883 [1].

En este contexto, la mayor parte de las tierras comunales de Soteapan-Mecayapan fueron declaradas baldías en 1887 (Velásquez 2001, 2003), y luego adjudicadas por la Secretaria de Fomento a Manuel Romero Rubio, miembro del gabinete de Porfirio Díaz y suegro de éste. A inicios del siglo XX las herederas de Romero Rubio reclamaron las tierras correspondientes a la totalidad de Mecayapan y la mayor parte de Soteapan. El 7 de noviembre de 1902 el gobernador del estado, Teodoro Dehesa ordenó al jefe político de Acayucan, al síndico y al representante del pueblo de Acayucan, viajaran a Xalapa para ser revisados los expedientes por el gobernador y los representantes del señor Romero Rubio.

Según cita Velásquez (2006, 152), el fallo de la reunión fue que los abogados solo aceptaron como buenos los títulos que amparaban la propiedad de 11 sitios y 4 caballerías de Soteapan y consideraron que había que tomar la referencia de la Iglesia como centro y alrededores. Establecieron varias cláusulas en los que se obligaba a desistir de cualquier intento por recuperar sus tierras: ¨…por la presente la municipalidad de Soteapan conviene y acepta, (…) que por la presente transacción queda liquidados, saldados, definidos y limitados toda clase de derechos que tiene, o que pudieran tener sobre los terrenos comprendidos (… ) propiedad de la sucesión de don Manuel Romero Rubio, quedando en consecuencia nulos, y sin ningún valor cualquier otra clase de títulos, mercedes, y derechos….¨. En síntesis, por esas fechas las herederas de Rubio habían pactado con la compañía Pearson and Son Limited, un contrato por medio del cual estas concedían el derecho de explorar y explotar las diferentes sustancias que se encuentren en el subsuelo, de los terrenos que constituyen la segunda zona de Romero Rubio. Los nahuas de Mecayapan buscaron un reconocimiento por la negociación pactada en 1891 con el administrador de las tierras de Rubio, algo que se consiguió y que cerró, para los herederos, los problemas de un frente en esa parte, pero con el beneficio de que se reservaban el derecho del subsuelo y de todo lo que se halla en él, además de que también podían establecer en cualquier punto del terreno maquinaria, oficinas, ferrocarriles, etc.

Pero los popolucas de Soteapan desplegaron otras estrategias, grupos considerables de Cuilonia, Michapan, Sogotegoyo y otros pueblos más intentaron ocupar las tierras de la hacienda Corral Nuevo. Esto no impidió que los herederos siguieran con los deslindes que concluyeron en 1904. Según Velásquez mientras que en los primeros años del siglo XX los campesinos popolucas de Mecayapan y Soteapan trataban de comprar tierras o de obstaculizar que les fueran expropiados los terrenos más aptos de cultivos, en la planicie muchas comunidades habían perdido ya parte de los terrenos comunales que se habían partido en grandes lotes en 1880.

Referencias

[1]Esta ley permitía a las compañías fraccionadoras denunciar y deslindar lo que consideraran terrenos públicos baldíos, quedándose con un tercio de las tierras deslindadas, y entregando al gobierno los dos tercios restantes. Holden, R. H. (1994), Mexico and the survey of public lands, Northern Illinois University Press, DeKalb.

Aguirre Beltrán, G. Obra antropológica, IX (1991). Regiones de refugio: El desarrollo de la comunidad y el proceso dominical en Mestizoamérica Fondo de Cultura Económica, Universidad Veracruzana, Instituto Nacional Indigenista.

Blanco, José Luis (1999) La integración de los popolucas de Soteapan a la sociedad nacional: desarrollo, democracia y ecología. Universidad Iberoamericana, Tesis de Maestría. 

Delgado Calderón, A. (2009). ¨Espacios y luchas revolucionarias en el Sotavento veracruzano. En : El istmoVeracruzano: Una regióninasequible. Estado, poderes locales y dinámicasespaciales (Siglo XVI-XXI) Publicaciones de la Casa Chata, México.

García de León, A. (2011) Mar adentro, Tierra en fuera: El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1529-1821. Editora de Gobierno de Veracruz-Universidad Veracruzana.

Guevara S, S.; Sánchez Vigil, G. (2010).Los Tuxtlas, tierra mítica. Universidad Veracruzana.

Reina L. (1980) Las rebeliones campesinas en México. 1819-1906. Edit. Siglo XXI, México.

Velásquez, E. (2001). “El territorio de los popolucas de Soteapan, Veracruz. Transformaciones en la organización y apropiación del espacio”. Relaciones 87, vol. XXII, pp.16 a 47.

Velásquez, E. (2003) La fragmentación de un territorio comunal. Tierra y tradición selectiva entre popolucas y nahuas de Soteapan y Mecayapan, Ver. El Colegio de Michoacán, A.C.  Tesis de doctorado.

 Imagenes (en orden de aparición):

Tomado de García de León A. 2011. Mar Adentro, Tierra en Fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519-1821.Mapa III.3. Tuztla y su comarca. P. 186.

Tomado de García de León A. 2011. Mar Adentro, Tierra en Fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519-1821.Mapa I.1. Jurisdicciones colonuales del Sotavento. P. 80

“Habitantes de Piedra Labrada, Ver. 1960”. Eraclio Zapeda, “Albúm fotográfico, 1960”. Tomado de Piedra Labrada/Presentacción Sara Ladrón de Guevara: textos, Eraclio Zapeda y Lourdes Budar: Fotos, Eraclio Zepeda. Universidad Veracruzana, 2010. Xalapa, Veracruz, México.

“Habitante de Piedra Labrada. 1960”. Eraclio Zapeda, “Albúm fotográfico, 1960”. Tomado de Piedra Labrada/Presentacción Sara Ladrón de Guevara: textos, Eraclio Zapeda y Lourdes Budar: Fotos, Eraclio Zepeda. Universidad Veracruzana, 2010. Xalapa, Veracruz, México

Foster, G.M.(1940) ¨Notes on the popolucas of Veracruz¨. Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Nº 51. 

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El siglo XX en la Sierra de Santa Martha.

En 1906 Pearson había obtenido autorización del gobierno mexicano para explotar fuentes de petróleo y con un contrato de cincuenta años para explotar el ferrocarril y los puertos. Los vínculos entre el gobierno de Porfirio Díaz y la compañía Pearson eran evidentes. (Velásquez 2003).